SEARCHING FOR SUGAR MAN: en busca del fantasma, ídolo e inspiración

Searching for Sugar Man (Idem, Malik Bendjelloul, 2012, SWE)

Recuerdo a la perfección el revuelo que creó este documental allá por el año 2012. Todo lo que leía sobre él eran maravillas. Crítica y pública coincidían unánimemente en que era el documental del año y que aspiraría a todos los premios. Y, cumpliendo las expectativas, sin defraudar, arrasó en los Oscar, los Bafta y demás diversos premios internacionales. Y es que Searching for Sugar Man no es un documental cualquiera, sino casi un thriller policíaco en el que la realidad supera a la ficción. De la mano del director y guionista, Malik Bendjelloul, nos embarcamos en una búsqueda incesante de un fantasma en su país de origen, e ídolo e inspiración revolucionaria en las antípodas, sin él siquiera ser consciente de ello.

Ese es Sixto Rodríguez, cantautor estadounidense, hijo de inmigrantes mejicanos, que comenzó su carrera musical en la concurrida ciudad de Detroit a principios de los 70s, donde editó dos discos que los críticos consideraron sublimes, pero a los que el público ignoró de forma incomprensible. En cambio, al mismo tiempo que en el país de las oportunidades era despreciado y ninguneado por su discográfica, en la otra punta del mundo vendía discos por doquier -Australia- y llegaba a convertirse en símbolo revolucionario y creador del himno de aquellos jóvenes que luchaban contra la desigualdad social y el racismo que existía en la Sudáfrica en la que reinaba el Apartheid
Recogiendo testimonios de personas que lo conocieron y de aquellos que invirtieron tiempo y dinero en buscar cualquier mínima pista que pudiera acercarles a descubrir algo más sobre este misterioso personaje, iremos encontrando y encajando las piezas de un puzle lleno de preguntas sin responder que poco a poco se irán revelando. Si a esto le sumamos su trasfondo lleno de extractos y canciones completas de este artista que poco tiene que envidiar a su contemporáneo Bob Dylan en lo que a canción social se refiere, poco más podemos pedir. Son melodías que resultan perfectamente hilvanadas para que vayan acorde con el tema tratado en el momento exacto de la obra.
Lo que indudablemente ha logrado este documental es que la gente vuelva a hablar de Rodríguez, colocarle en un puesto honorífico de la música y puestos a reconocerlo, conseguir que ponga su música en bucle en Spotify mientras escribo esta crítica que está llegando a su final.

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