DETROIT: Impotencia absoluta desde la butaca

Detroit (Idem, Kathryn Bigelow, 2017, USA)


Una vez más, la tensión creciente a cada fotograma se convierte en el lema del nuevo cine de la directora californiana Kathryn Bigelow, quien desde sus dos previas películas -La hora más oscura (Zero Dark Thirty, 2012, USA) y En tierra hostil (The Hurt Locker, 2008, USA)- ha tocado con la nota correcta para saber transmitir esa inquietud a través de una cámara nerviosa y pulso narrativo eléctrico. Para su nueva obra, transporta el ambiente bélico desde los parajes desolados de Afganistán e Irak -respectivamente- por las calles de la ciudad homónima.
En esta ocasión, tomando como punto de partida un conflicto histórico que incluso a día de hoy no acaba de estar del todo esclarecido, busca la mayor ambientación posible. El realismo extremo. La brutalidad policial, la rabia en cada titubeo, el odio en cada mirada. La injusticia te es servida en bandeja de plata mientras tú estás sentado en tu butaca con una sensación enorme de impotencia por no poder hacer nada para impedirlo.
Un reparto repleto de jóvenes actores en plena transición desde el estatus de promesa a estrella copa la pantalla con unas espléndidas interpretaciones concediendo un plus de verosimilitud a la película. Algunos de ellos puede que te suenen de otras películas, como es el caso de John Boyega (25 años) -quien a la gran masa relacionará con los nuevos episodios de Star Wars, mientras que los más fans del cine indie lo asociarán a la peculiar Attack the block (Idem, Joe Cornish, 2011, UK)-, Will Poulter (24) -el compañero más malhumorado de El corredor del laberinto (The Maze Runner, Wes Ball, 2013, USA), el pseudo-hijo de Somos los Miller (We're the Millers, Rawson Marshall Thurber, 2013, USA) y el jóven acompañante de Leonardo DiCaprio en El Renacido (The Revenant, Alejandro González Iñárritu, 2015, USA)-, Jack Reynor (25) -hermano mayor del personaje protagonista de Sing Street (Idem, John Carney, 2016, IRL)- y Jacob Latimore (21), joven estrella musical del momento. Mediante esta película, Kathryn Bigelow brinda una una oportunidad de lujo para lucirse ante todos nosotros. Y no tenían en absoluto la intención de desperdiciar este gran momento.
Cabe destacar por encima de cualquier otro detalle de la película, la magnánima interpretación de un Will Plouter que se mete realmente en su papel de policía impasible y sádico borracho de poder por el mero hecho de llevar placa, quien conseguirá que lo detestes con todas tus fuerzas con solo fruncir el ceño o esbozar una sarcástica sonrisa. Sin duda, uno de los mayores alicientes para ver Detroit
Pero, como casi todo, nada es perfecto. Defectos tiene algunos. El más importante es que, después de una cuidada y necesaria introducción sobre la turbulenta situación que se vivía en Michigan a finales de los años '60 y del porqué en su ciudad más poblada y motor industrial del país surgió un conflicto en 1967, no se puede descuidar la visión global del problema central. Llegado el momento, pierde por completo esta perspectiva general y acaba como si fuera una película de historias cruzadas, enfocando el objetivo de la cámara en lo que se sabe que más va a indignar al espectador, sin llegar a informar siquiera sobre cuánto tiempo duró la revolución, cómo se solucionó y qué consecuencias conllevó para la sociedad estadounidense en general y para la población afroamericana en particular.

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